CUENTOS DE LA VIDA REAL

CUENTOS DE LA VIDA REAL
CUENTOS REALES

¿Qué es la vida real?
¿Existe la realidad?
La realidad no existe sino los relatos
La vida es un libro de cuentos. Como el de Scherezada, más o menos del cuento de cada día.
Cuando estuve en España, un día leí en el diario que un barco español había sido detenido por naves de la prefectura somalí, porque estaba pescando en aguas somalíes sin permiso, sin licencia, aviso ni ningún tipo de protocolo.
Al día siguiente en el mismo diario se decía que piratas somalíes habían atacado un barco pesquero español –Stella Maris, protege a los pobrecitos pescadores- y mantenían secuestrados a los tripulantes. A partir de allí , los somalíes fueron piratas.
Esta es una sociedad con gobierno y todo en la que tienen trabajo los sicólogos, tal vez nunca el mercado laboral se abrió tanto para ellos. Lo mismo para los trabajadores sociales, no los maestros sino especialmente los asistentes sociales. Ocurre una violación: ahí  está la policía, el médico, etc. pero también los equipos contenedores, los asistentes sicológicos, etc. etc. Lo mismo pasa con un robo, cuando agreden a una persona, cuando hay muerte, incendio, etc. Me parece todo un logro este cambio social, por fin se dieron cuenta de que la policía no es la gente más indicada para las situaciones críticas (aunque a veces dan consejos, útiles).
Claro, siempre están los que, como son rápidos, aprendieron enseguida la lección: por ejemplo, le tiran alcohol a la mujer y luego, accidentalmente, un fósforo, una colilla de cigarrillo, más del 70% de la piel quemada, finalmente muere –femicidio, van a poner la figura ¡y con esto, nosotras, nos salvamos! Tragando saliva el flamante viudo se niega a declarar en los primeros días –pobrecito, está muy conmovido, sí, de veras, aunque no sé si de tristeza o de verse un monstruo- y después de unos cuantos días –a veces años- no se equivoca en afirmar ante el juez y las cámaras una y mil veces que es inocente y que ella misma, borracha, tonta, irresponsable, como se le había acabado el vino se puso a tomar alcohol puro, por error se le cayó etc. etc. etc. Cualquiera se lo puede imaginar. Y al final, el pobre viudo, bien asistido, aceptará ser inocente.
Con la ayuda del cuerpo de sicólogos. No puedo olvidarme de aquella sicóloga. Yo estaba con un amigo empresario… única vez en mi vida, increíble… he ido a miles de congresos pero solo a un encuentro de poetas, motu proprio, y por única vez a un encuentro de ese sector de las fuerzas vivas caracterizado por sus altos índices de vida. Me divertía la situación y trataba de disimular mi condición de mosca en medio de la leche.
Fue… divertido. Y raro. Los empresarios –masculinos- tenían reuniones para ellos, no sé de qué trataban porque a nosotras, las mujeres, nos reunían aparte con charlas sobre arte, literatura, etc., y también la charla de una sicóloga: joven, bastante bonita, de pelo largo.
Fue único, desopilante, pero me tuve que guardar la risotada en medio del silencio con que escuchaban todas. La charla estaba dirigida a convencernos a las mujeres que comprendiéramos a nuestros maridos (el mío no lo era pero igual): sus llegadas tarde, sus ausencias, su cansancio. Y también el tema de los aniversarios: que si no se acordaban… Pero la frase inusitada, nunca oída por mí, que provengo de un hogar con papá obrero y mamá ama de casa, que me enseñaron a valorar los pequeños gestos, las cosas no por su valor económico sino por el afecto puesto en ellas, que tuve amigos que se iban a casar en motoneta, de remera y jeans, que tomamos la 1ra. comunión con guardapolvo, que me enseñaron a valorar todo eso, el dibujito de la nena en un papel arrugado el día de mi cumpleaños... Esa que era yo, escuché de una almibarada sicóloga que si el marido nos sorprendía el día del aniversario con un cheque por $ 100.000 no nos enojáramos ni nos entristeciéramos, que pensáramos que ese frágil y estúpido papelito valía lo mismo, era igual que una flor, un capullo de rosa (rojo, que es lo que se acostumbra).
Desde entonces, y con perdón del gremio, han ganado los sicólogos.
Ahora entiendo por qué la Argentina es uno de los países con más sicólogos –aclaremos: sicoanalistas- del mundo. Y casi todos trabajan, y mucho. Y cómo cobran. El $/sesión va a la par del dólar.
La presencia de sicólogos no se nota mucho porque actúan en lo privado. En lo público es otra cosa. Hasta ahora decíamos que éste es un país gobernado por abogados. Desde hace un tiempo se le agregó otro gremio: ahora este es un país gobernado por abogados y comunicadores. Que saben mucho de semiótica, esa ‘ciencia’ que pulverizó a la realidad. Por eso será que necesitamos tanto a los sicólogos.
Porque, como dicen los indignados:

Se llevaron la justicia y nos dejaron la Ley.