Amor mío: no puedo dejar de
recordar los momentos maravillosos que pasamos como si fuera hace un ratito,
tanto que no puedo dejar de decírtelo aunque en este momento el jardinero está
haciendo una bulla bárbara con la cortadora de césped que me impide concentrarme
en el recuerdo, aunque los siento vívidos como si fuera ahora, y ya sabés cómo
y dónde, pero tenía el pasto muy largo, hace días que lo había llamado y hasta
no viajé por esperarlo y justo el día que había acordado con él para que
viniera llovió copiosamente, eso me pasó más de una vez porque en estos tiempos
llueve a cada rato, hoy es un hermoso día soleado así que si no lo aprovechaba
pero viste cómo cambió el clima, y eso que se viene diciendo que cuidemos
nuestra casa, el planeta tierra, y que yo religiosamente separo todos los días
lo que va a la bolsa verde y que no quemo residuos al aire libre y gasto lo
menos posible gas y luz –de paso me cuido en el presupuesto porque desde que tenemos
nuevo presidente subió también todo lo que sea servicio como dos o tres o diez
veces más, qué vas a hacerle pero hay que ayudarlo a que termine el gobierno y
a que organice bien el país.
Difícil escribir con
este ruido de fondo pero me sirve de todos modos porque me hace presente su validez como argumento para que me comprendas, perdoname que no te di bola
anoche pero me era imperiosamente necesaria la tarea que está haciendo el
jardinero y como venía temprano esta vez –me hizo un entreturno, más bien un
preturno, de gauchito no más, está lleno de trabajo, todo el mundo quiere que
vaya a hacerle el servicio, lo que pasa que hoy ya no hay gente que se dedique
a los oficios y los pocos que lo hacen no dan abasto, me pasó con el carpintero
también- bueno, por eso anoche te dije que no vinieras porque sos un amor pero
te quedás hasta cualquier hora de la madrugada y yo quería dormir, lo que se
dice dormir, no que cuando estoy en lo mejor del sueño me despierto por un
ronquido –no mío, yo no, cuando duermo no ronco- o cuando todavía estoy
despierta y a punto de dormirme, de pronto estirás el brazo que lo tenés
bastante pesado y me aplastás el pulmón izquierdo.
Ya sé que vos decís que me ahogo
en un vaso de agua pero es que no era solo lo del jardinero, hoy tenía el turno
para hacer el reclamo en el instituto a las diez y media, es verdad que no es
tan temprano pero entre una cosa y otra y yo que soy lenteja, que por suerte me
había bañado ayer que si no peor –esto también cuenta para el caso-, y que
cuando me visto no sé qué ponerme y me pongo y me saco hasta que me resigno a
la menos peor, que es siempre la misma ropa, las mismas calzas negras, más que
ahora se vino el calor y no me sirve el saco de invierno, ese que me ponía
siempre sobre todo, exactamente sobre todo y que así no se nota nada, ni lo
descosido ni la transpiración, ya perdí un turno hace un mes pero era más
temprano, a las nueve y diez, este no quería perderlo, así que no podía,
perdoname pero no podía.
Además, bueno, no me gusta hacer
reproches a nadie porque a todos nos puede pasar, es más, me parece que me pasó
a mí aunque la causa original fueron unas estrategias que personalmente te
gusta usar, simplemente que lo traigo porque hace al caso pero ayer no tuve más
remedio, tuve que lavar la sábana, a veces aguanta otro día pero esta vez no, aunque me trajo el recuerdo fugaz de Giacometti, uno de mis pintores preferidos, después que vos te fuiste tuve que llevarla al lavarropas que por suerte es
automático, no sé qué haría sin él, primero fregar un poco bajo la canilla y después limpieza profunda. Me llevó su tiempo, porque el lavarropas no te hace todo, no es un robot
humanizado, perfecto, es un robot parcial, limitado, pero igual lo amo y no
puedo vivir sin él. Esa imagen fue decisiva cuando me dijiste de volver, más el jardinero, más el turno, pensé no, no, no puedo.
No solo por eso te dije que no.
Qué sé yo, debería contarte todo lo que tengo que hacer y eso que estoy
jubilada (bueno, parcial, no total) pero no es muy interesante, solo lo es para
mí. Tenía que contactarme con Cris y Bru, mañana se cierra el concurso y tengo
que llamarlas, además hablarle alguna vez con claridad y sin apuro a la
cordinadora, es increíble, el tiempo es ahora y se me pasa, esta es la
oportunidad. Además hace casi quince días Daniel me tiró eso de la
procastinación y me dio la lista de errores cognitivos para que los estudie en
todos estos días pero una sola vez lo leí, descocada, después me quejo, hago
como cuando la maestra me daba tarea para las vacaciones de invierno, una por
día, y yo las hacía todas juntas el último día. Así no vale, así no se aprende,
con razón sigo igual, no aprendí nada. Tengo que llamar también a mi doctorcito
para pedirle un turno, tiene que ver cómo sigo después del tratamiento, sacarme
un centellograma; lo postergué demasiado, también, cada vez que lo veo me hace
acordar que lo hermoso y dulce existe, pero no pienses mal, es solo un
razonamiento más bien artístico (no digo estético para que no lo confundas con
un médico de lolas, nada que ver). Además Alcira, amorosa, pero con eso de las
memorias del grupo fundacional, otra cosa más pero qué lindo, le tiré lo de ‘la
calle de los dones’ y le gustó, cuánto recuerdo rico, poético, pero más
ocupaciones, es verdad que to-do-no como dice siempre mi amiga la profe pero
e-so-sí, qué se le va a hacer. Y todavía
no me cosí los botones del saco, esos que le mandé comprar a Vivi, después que se me
perdió uno hace como dos años. Demoro mucho tiempo en hacer ciertas cosas. Por
ejemplo, el dobladillo de la pollera era demasiado bajo desde que la compré en
2008 y por eso no la usaba, bueno, hace dos años por suerte se lo subí y ahora me
sigue quedando larga y algo despareja pero igual la uso, total no me interesa
la moda, solo que pienso cuánto tardaré en completar los botones. Voy a ver si
hago un esfuerzo y lo termino, creo que con eso comprenderás más mi negativa
por el momento.
No te cuento de los libros a
medio leer que no puedo terminar, la gacetilla del libro de Sol –digo su nombre
y no me quiero ni acordar de la casa nueva y la próxima mudanza que tengo sobre
mis hombros-, me falta llevar a imprimir el doc último corregido. Y qué sé yo cuántas cosas más, las papas,
ordenar la ropa ¿hace un mes que está amontonada, desordenada? Ya ni sé, perdí
la cuenta, puede ser.
No sé por qué pero me vienen a la memoria dos versos (sí, oíste bien, dos versos, dos renglones). Siempre tengo un verso rondando por ahí como para configurar una situación. Alguien escribió: No está el aire propicio. Y otro al que me tomé el atrevimiento de alterarlo en el orden, aunque igual es traducción: Tanta cosa arrojada sobre la hierba apagó el esplendor.
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